- ¿Que tal doctora?
- Bien, bien. Ya me dirá que le pasa.
- Nada, aparte de que soy mayor y estoy más cascao que un carro de segunda mano. Vengo a ver que tal ha salido mi “analís”.
- Pues sale todo muy bien. Hay sólo una cosa que tendremos que ir vigilando y es que tiene bastante velocidad.
Aparto la mirada del ordenador y observo cara de duda en el abuelo. Me aclara su extrañeza.
- Pues doctora, usted ya sabe que yo andar rápido, no es que ande, por culpa de la dichosa rodilla, y si no fuera por el bastón no saldría ni de casa, pero si usted lo dice, ya iré más despacio.
(cosas del lenguaje mal entendido y quizás mal expresado)
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1 comentario:
Creo que eso nos pasa con frecuencia cuando estamos tan ocupados y creemos que todos los que están a nuestro alrededor conocen nuestros términos.......o peor aún ya nos salen al natural en cualquier instancia, en ocasiones con miradas particulares de los amigos... excelente blog...
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